Wednesday, December 05, 2007

La Hora del Libro


La suma de la variable Internet en los principales mercados de cultura y entretenimiento están afectando trágicamente al funcionamiento de la industria. Para la música y el video, la aparición de Internet hace más inmediato que nunca el dicho de evoluciona o muere.

Sin duda el que más trabajo tiene por delante es la industria del libro, que se afana en un modelo anticuado y caduco ante nuevas iniciativas que triunfan en Estados Unidos y que se replican por el resto del mundo.

Hasta ahora editar un libro ha sido privilegio de unos pocos, que además, recibían poco más de un 15% del beneficio. Así no solo se han quedado en manuscritos cientos de obras de calidad de talentos olvidados, mientras la autopublicación era una tarea imposible para bolsillos ajustados.

Lo mismo ocurre con las obras descatalogadas. ¿Qué sentido tiene perder obras de valor incalculable por culpa de un modelo de negocio que implica editar al menos 300 o 400 libros por tirada? ¿Qué sentido tiene no poder adquirir una obra de un autor extranjero que edita en pequeñas editoriales nacionales y cuya obra resulta fundamental para nuestro desarrollo personal o profesional? ¿Por qué no puede toda persona cumplir “triple misión” de todo hombre tener un hijo, plantar un árbol y escribir un libro?

El principal valor que ofrece Internet es hacer transparente procesos que habitualmente han sido complejos y poder aprovechar The Long Tail para hacer un mucho de gran cantidad de pequeñas partes. Bajo esta filosofía han surgido iniciativas interesantísimas en este sentido que los controladores del mundo editorial no alcanzan a comprender pero que en pocos años les traerá más de un dolor de cabeza.

Esta filosofía la aprovecha la americana Lulu.com y la española Bubok.com. Estas nuevas herramientas de autopublicación están abiertas a todos aquellos que tengan algo que contar ya sea de corte académico, profesional, literario o personal en dos formatos, electrónico (e-book) e impreso.

La impresión bajo demanda no busca calidad, que el mercado ya tiene mecanismos para detectar, sino la demanda. Así cualquier volumen estará disponible para siempre y el coste de cada ejemplar será directamente proporcional a la calidad (gramaje, tamaño y encuadernación) que necesite. Las ediciones no se agotarán sencillamente porque el concepto dejará de existir.

Esta nueva forma de concebir la edición de libros provocará otras necesidades en el usuario final. La cantidad de obras disponibles y de autores aumentará exponencialmente por lo que elegir se vuelve cada vez en una tarea más difícil. Será necesaria la figura del “maestro”. Alguien con la autoridad moral suficiente como para recomendar libros, que guíe en el camino a los exploradores, las mentes inquietas o quién quiera dar los primeros pasos en otras ciencias. Pero esto es otra conversación.

*Artículo publicado por Secuoyas en El Confidencial.

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